"Las personas que socializan con otras que suelen consumir bebidas alcohólicas en cantidad importante y con suma frecuencia, presentan mayores probabilidades de caer también en excesos. Del mismo modo, quienes tienen un entorno de abstemios son más proclives a limitar la ingesta.
“Esto quiere decir que a la hora de considerar el consumo de alcohol, el entorno es un factor fundamental".
Las conclusiones corresponden a Niels Rosenquist, investigador de los departamentos de Psiquiatría y Cuidados de la Salud del Hospital General de Massachusetts y la Escuela de Medicina de Harvard, publicadas en el Journal Annals of Internal Medicine.
El autor asegura que "los efectos producidos por el entorno en relación a la ingesta de alcohol –de la misma manera que alguna vez se analizó respecto al comportamiento de comer en forma abundante, e incluso el tabaquismo- son casi tan trascendentes como la influencia producida por otras variantes, tal cual la historia familiar y la genética".
Rosenquist y sus colaboradores analizaron los antecedentes médicos de más de 12 mil personas que se encontraban participando del Framingham Heart Study, durante más de treinta años (entre 1971 y 2003). Todos ellos debieron aportar datos sobre sus hábitos, su costumbre de beber alcohol y sus "redes sociales".
Una vez obtenida esa información, el equipo de científicos determinó que "aquellas personas cuyos amigos o parientes cercanos bebían consistentemente, reunían 50% más de probabilidades de tomar ellos igualmente de modo excesivo, en comparación con quienes no se contactaban o relacionaban con bebedores asiduos".
Inclusive, aún cuando el vínculo con la persona bebedora no fue próxima, el riesgo se mantuvo alto: 36% más de oportunidades de caer en el alcoholismo.
"En líneas generales podemos decir, gracias a los reportes de los voluntarios, que rodearse de bebedores incrementa el consumo de bebidas alcohólicas en un 70%; mientras que relacionarse con abstemios contribuye a disminuirlo al menos un 50%", sostuvieron Rosenquist y sus colaboradores.
En este sentido, los argentinos Susana Reznik, médica psiquiatra especialista en Psicología Médica y creadora del "Método Aire Libre" para dejar de fumar; y el psiquiatra especialista en Adicciones y director médica del Brain Center, Eduardo Kalina, afirmaron, en líneas generales que "así como ocurre con las conductas de los padres, lo que hagan las amistades o los compañeros de trabajo ejercen predominio sobre las personas. Esto es tanto en el aspecto negativo como en el positivo.
De hecho, se sugiere que antes de emprender un tratamiento se cuente con apoyo del círculo íntimo".
Ese concepto marca la recomendación de hallarse alejado de la obligaciones sociales (cumpleaños, reuniones de trabajo, etc.), “al menos durante el primer tiempo, cuando una persona pone en marcha un abordaje para dejar el alcohol, el cigarrillo, o comenzar una dieta."
Fuente: PRO-SALUD News