Se ha comprobado que la gente come mayor cantidad y/o grandes porciones de alimentos provenientes de envases con leyendas de muy poco tamaño, y experimentan “que no ingirieron mucho”, aun siendo conocedores de la cantidad real de cada porción consumida y de su contenido nutritivo.
A estas conclusiones arribó una investigadora de la Universidad de Michigan, Aradhna Krishna, profesora de la Cátedra Dwight F. Benson de Comercialización en la Escuela Ross de Empresas.
Los dibujos en los envases de productos dietéticos suelen se reducidos y acompañados de etiquetas explicativas diminutas, por lo que la gente come de más sin remordimientos, cayendo en la glotonería sin culpa.
Tratándose de un consumo no intencional sino estimulado por los envases, se pueden experimentar negativas en la salud.
La nueva investigación difundida por la revista Journal of Consumer Research, Krishna y escrita por un colega de Krsihna, Nilufer Aydinoglu, de la Universidad Koc en Estambul, determinó que las etiquetas para señalar la medida de las porciones (pequeña, mediana, grande, extra grande) ejerce un impacto mayor en las apreciaciones de los consumidores y en sus actitudes de compra y consumo.
Con anterioridad, otros estudios mostraron que la gente presenta dificultades cuando quiere fijar el volumen que cree necesario de una comida, si para ello recurre a una inspección visual o se basa en la sensación de saciedad, o bien recibe una información verbal.
Las etiquetas pequeñas y grandes fomentan en la gente la adopción de decisiones sobre cuanto hay que comer y beber.
Krishna y Aydinoglu efectuaron cinco evaluaciones a más de 600 participantes en Estados Unidos y en Europa. Hallaron que estos voluntarios percibieron las porciones de alimentos de acuerdo a las indicaciones de las etiquetas y, entonces, acabaron comiendo de más.
Por otra parte, observaron que los consumidores son menos proclives a creer que una comida es poca, cuando la leyenda del envase describe la cantidad “pequeña” correctamente, pero los dibujos o fotografías la agrandan.
Los subestimaciones crecen mientras aumenta la magnitud de la comida, siendo mayores ante porciones grandes que frente a chicas.
Quienes detienen mucho su atención en la calidad nutritiva de los productos es más difícil que cedan a la glotonería, lo mismo que las personas que se han abocado a recabar todas las fuentes de información, dado que es habitual en ellas adjudicarle suma importancia al cumplimiento preciso de las rutinas alimentarias.
“Pero, desafortunadamente, las costumbres son en su mayoría distintas. Los consumidores en general no se ven motivados a sostener comportamientos “rutinarios” en la ingesta de los artículos que compran.” dijo Krishna.
Explicó que casi la totalidad de los consumidores no consideran que sea necesario verificar los tamaños de productos individuales.
Por eso, agregó la experta que sería interesante la aplicación de leyes más estrictas sobre las imágenes e indicadores de proporciones alimenticias, al igual que una vigilancia atenta hacia los fabricantes, de modo que no alteren la verdad en la promoción de los envases a la hora en que la gente hace sus compras.