BEBÉS MUY PREMATUROS TIENEN MÁS RIESGO
DE DESARROLLAR AUTISMO
Los niños extremadamente prematuros tendrían un riesgo mucho más alto que el promedio para desarrollar autismo en la niñez, indicó un nuevo estudio.publicado en la revista Journal of Pediatrics.
Científicos hallaron que de 219 niños nacidos antes de la semana 26 de embarazo, el 8 por ciento reunía los criterios de un trastorno del espectro autista (TEA) a los 11 años, a diferencia de ninguno de los 153 compañeros de aula nacidos a término, que formaron el grupo de control.
Según expertos hay entre uno y nueve casos por cada mil niños
La tasa de TEA fue mucho mayor que en la población general, que los expertos colocan en entre uno y nueve casos por cada 1.000 niños, de acuerdo a la rigurosidad al definir los trastornos.
Autismo y síndrome de Asperger
El TEA reúne a un grupo de desórdenes del desarrollo que afectan la capacidad de comunicación y de relación.
Las condiciones oscilan entre casos graves de autismo "clásico" y el síndrome de Asperger, en el que la persona, con inteligencia y capacidad verbal normales, no puede socializar ni comprender las sutilezas de la comunicación, como el lenguaje corporal o el tono verbal.
Estudios previos habían demostrado que los niños prematuros poseen una prevalencia más alta de TEA, pero se ignoraba el alcance del riesgo cuando se trata de una prematuridad extrema.
Riesgo mucho mayor al esperado
Los resultados no sólo muestran que existe un riesgo mucho mayor en los niños muy prematuros, sino también apuntan a que esos niños serán el grupo más expuesto.
Aumento en la frecuencia en relación con otras discapacidades
"El estudio demuestra un aumento de la frecuencia del TEA, pero principalmente entre los niños con otras discapacidades", explicó el coautor del estudio, doctor Neil Marlow, profesor de medicina neonatal en University College London, en Reino Unido.
Por ejemplo, 56 niños en el grupo de prematuros extremos no reunían alteraciones cognitivas ni del aprendizaje cuando el equipo los evaluó a los 6 años. Ninguno tampoco presentaba los criterios diagnósticos de un TEA a los 11 años.
18% con autismo a los 11 años
En cambio, a 6 (18 por ciento) de los 34 niños -con una alteración cognitiva moderada a grave a los 6 años- se les diagnosticó un TEA a los 11 años. Y sólo al 6 por ciento de los 65 niños con una alteración cognitiva leve se le diagnosticó un TEA más adelante.
A la mayoría de los niños con TEA se les diagnosticó autismo clásico, mientras que a tres de ellos un trastorno generalizado del desarrollo "sin especificar", lo que incluye sólo algunas características del autismo. Ninguno tuvo desorden de Asperger leve.
Los avances médicos lograron que cada vez sobrevivan bebés más prematuros y de bajo peso. Aun así, corren alto riesgo de tener un retraso madurativo, discapacidad del aprendizaje y problemas conductuales a futuro.
Alteración cerebral
"El cerebro de los bebés muy prematuros se desarrolla distinto que el de los bebés a término después de nacer y eso está asociado con una alta frecuencia de problemas cognitivos en la niñez", sostuvo Marlon.
La alteración del desarrollo cerebral en esos chicos explicaría el alto riesgo de TEA, opinaron los autores. Y, eso, dicen, significa que el autismo aparecería por otros mecanismos en los bebés muy prematuros y en los que, según Marlow, la genética sería la clave.
Características del autismo
Hay tres comportamientos distintivos. Los niños muestran dificultades para interactuar socialmente, padecen de problemas de comunicación y se observa en ellos comportamientos reiterativos, o intereses limitados u obsesivos.
Estas conductas varían en cuanto a su impacto, van desde un trastorno leve hasta uno que puede llegar a ser discapacitante. El rasgo distintivo es una escasa interacción social. Desde la lactancia, un bebé con autismo puede no responder a la presencia de otras personas o concentrarse solamente en un objeto, excluyendo a otros, por largos períodos de tiempo. Un niño alcanza a relacionarse pero de inmediato se repliega y se vuelve indiferente al contacto social.
Los menores suelen ser incapaces de responder a su nombre y a menudo evitan sostener la mirada de otra gente. Asimismo, experimentan dificultades para interpretar lo que otros están pensando o sintiendo, ya que no logran comprender los códigos sociales, como un tono de voz o expresiones faciales, y no observan los rostros de otra gente. Carecen de empatía.
Muchos niños efectúan movimientos repetitivos tales como mecerse o retorcerse, o caen en conductas autodestructivas como morderse o golpearse la cabeza. También empiezan a hablar más tarde que otros niños y puede que se refieran a ellos mismos por su nombre en vez de “yo.” Los menores autistas no saben jugar en forma interactiva con otros pares. Algunos hablan como si estuvieran cantando y prestando poca atención a los intereses de la persona a la cual le están hablando.
La mayoría tiene una baja sensibilidad al dolor pero es anormalmente sensible al ruido, al tacto u otro estímulo sensorial; en consecuencia, resiste ser acunado o abrazado.
FUENTE: Journal of Pediatrics,