TRISTEZA QUE NO PASA EN NIÑOS Y ADOLESCENTES:
ALERTA PARA PADRES
La mayoría de los chicos y jóvenes se recupera rápidamente de los siguientes estados de ánimo: depresión por innumerables motivos ( a cualquier edad), incomunicación o muestra de infelicidad, tristeza, desaliento o irritabilidad.
· Cómo afecta la depresión severa
No obstante, en ciertos casos, la depresión se observa severa, de larga duración e interfiere en cualquiera de los aspectos de la vida diaria, desde el rendimiento académico hasta las relaciones familiares.
En las adolescentes se acrecienta la posibilidad de suicidio, en mayor medida que los varones, mientras que en ellas se prolonga más la depresión en la edad adulta.
Depresión se disfraza de ansiedad, falta de atención, hiperactividad
El reconocimiento y diagnóstico de la depresión en chicos resulta difícil, dado que esta situación presenta otros trastornos: ansiedad, déficit de atención e hiperactividad.
· Depresión mayor
La depresión mayor tiene uno o más síntomas, que generalmente perduran por un largo período de tiempo por lo menos cuatro o más de ellos, variando de acuerdo a la edad y al desarrollo del niño: quejas sobre molestias físicas, agitación, ansiedad y temores (sobre todo en pequeños) y adolescentes que son proclives a una conducta antisocial con gran irritabilidad e inquietud.
Detección en escuela o casa
La depresión se detecta por especialistas en la escuela o en la casa; de acuerdo a su severidad se clasifica en leve, moderada o grave, siendo clave la su extensión en el tiempo para su tratamiento.
La tristeza normal es corta, tanto en chicos como en adultos, y se constituye en un aspecto natural de la vida que se resuelve en pocos días, sin necesidad de preocupación.
Tristeza por seis meses: distimia
Una tristeza leve pero de importante prolongación se conoce como distimia: trastorno con ánimo depresivo, experiencias críticas y ansiedad; estados que no se extienden más de seis meses.
Depresión grave
La depresión grave perjudica considerablemente la vida cotidiana en la escuela, socialmente y en las relaciones familiares. El niño o el adolescente padece un ánimo depresivo e irritable, junto a una falta de placer e interés en casi todas las actividades; un cuadro que, por lo menos, abarca dos semanas.
Puede indicar el advenimiento de una bipolaridad (cambios anímicos pronunciados) e intentos suicidas; estos últimos no atacan a los chicos de escasa edad, siendo factibles en la niñez avanzada y en la adolescencia severamente depresiva. Se requiere ayuda profesional.
Varios motivos
La depresión infanto- juvenil reúne varios motivos: explicaciones biológicas, factores hereditarios y bioquímicos. En todos los casos se da el vínculo depresión-pérdida, ya sea de seres queridos, perturbaciones en las relaciones entre padres e hijos y cualquier ruptura de la estabilidad básica y amenazas a la autoestima.
Asimismo, se debe analizar el modo en que los menores interpretan y estructuran experiencias comunes, dado que siendo usuales originan en cada criatura una tensión distinta.
Tratamientos
La depresión, con sus distintos tipos y causas, precisa de la aplicación de diferentes métodos de tratamiento.
Es así que los sentimientos de fracaso e irritabilidad provocados por una mala calificación en la escuela, llegan a ser sólo una simple señal para los progenitores sobre la necesidad de apoyar y mejorar los hábitos de estudio y de poner más atención en la actividad escolar.
Sin embargo, cuando los síntomas depresivos persisten y adquieren severidad, no hay que postergar la atención de un psicólogo o psiquiatra con experiencia y pos grado en psicoterapia.
Medicación antidepresiva y ansiolítica
Los fármacos antidepresivos y ansiolíticos contribuyen para encarar la depresión con riesgo suicida.
La combinación de medicamentos y psicoterapia es más efectiva para la depresión muy grave.
Señales de alerta que indican que es preciso apoyo profesional
-estado de ánimo irritable o depresivo;
-problemas de conducta y disciplina;
-pérdida de interés o placer;
-autoestima baja, sentimientos de que no vale nada;
-aislamiento social;
--agitación;
-sentimientos de desesperación;
-dificultad al concentrarse;
-cambios en apetito;
-llanto frecuente;
-trastornos en el sueño: falta o exceso;
-quejas físicas;
-cansancio;
-aumento o disminución de peso;
-conductas dirigidas a auto lastimarse;
-crecimiento y peso no apropiados;
-hablar acerca de ideas suicidas o llevarlas a la práctica.
Ramón Clérigo, psiquiatra y psicoanalista, España