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Las personas portadoras de sonda urinaria tienen mayor riesgo de padecer infecciones urinarias.

Las recomendaciones son las siguientes:

• Los pacientes deben beber alrededor de dos litros de agua, zumos, caldo, manzanilla; esto hace que se produzca abundante orina y evita que se formen residuos en la vejiga y se tapone la sonda.

• La zona genital debe lavarse diariamente con agua y jabón para que no exista suciedad en las cercanías de la sonda y no permitir que ocurran infecciones.

• Quien manipula la bolsa o la conecta, tiene que lavarse las manos con agua y jabón para soslayar cualquier tipo de infección.

• La sonda nunca debe estar tirante por lo que es conveniente sujetarla a la pierna.

• Cuando no se porta la bolsa, hay que desconectar el tapón cada dos o tres horas para vaciar la vejiga.

• Por la noche, se debe mantener conectada la bolsa para que los pacientes no necesiten levantarse de la cama y vacíen bien la vejiga.

Fuentes:

Moy ML, Wein AJ. Additional therapies for storage and emptyhing failure. In: Wein AJ, ed. Campbell-Walsh Urology. 9th ed. Philadelphia, Pa: Sauders Elsevier; 2007: chap 70.

Wierbicky J, Nesathurai S. Spinal cord injury (thoracic). In: Frontera WR, Silver JK, Rizzo Jr TD, eds. Essentials of Physical Medicine and Rehabilitation. 2nd ed. Philadelphia, Pa: Saunders Elsevier; 2008: chap 147.

Un nuevo estudio reveló que los hijos de mujeres que desarrollaron diabetes en el embarazo tienen riesgo de alcanzar sobrepeso a los 11 años.

La investigación halló también que los hijos de mujeres obesas son más propensos a generar problemas con el peso en el transcurso de los años, en relación con los niños de mujeres delgadas.

"El mejor consejo es adelgazar y mejorar la aptitud física antes de quedar embarazada", dijo la doctora Lois Jovanovic, del Instituto de Investigación de Diabetes Sansum, en Santa Bárbara, California, que no participó en el estudio.

Al respecto, la primera dama de Estados Unidos Michelle Obama lanzó un plan de acción contra la obesidad infantil. La prioridad en la lista de recomendaciones es la necesidad de insistir en la importancia de comenzar el embarazo con un peso saludable y mantenerlo durante la gestación.

El nuevo estudio, consideró Jovanovic, ofrece datos obtenidos adecuadamente que avalan esa recomendación. "Para prevenir la obesidad en la próxima generación, tenemos que trabajar mucho con las mujeres en edad reproductiva", señaló.

La diabetes que surge durante el embarazo, sin que existan antecedentes familiares de la enfermedad, se llama diabetes gestacional. Hasta el 8 por ciento de las embarazadas obtiene la enfermedad. Reunir sobrepeso y los genes "indicados" se combinan para formar un factor de riesgo clave.

Los hijos de mujeres con diabetes gestacional suelen pesar más que otros niños al nacer.

En el nuevo estudio, el equipo de la doctora Sandra Hummel, de la Universidad Técnica de Munich, Alemania, determinó el efecto de la diabetes gestacional y el peso materno en el peligro de los bebés de tener sobrepeso en la niñez y de sostener resistencia a la insulina, precursora de la diabetes.

Los autores analizaron datos de dos grandes estudios en Alemania sobre un total de 1.420 niños nacidos entre 1989 y  2000.

De ellos, 232 eran hijos de mujeres con diabetes gestacional, 757 de mujeres con diabetes tipo I o dependiente de insulina y 431 de madres sin diabetes. Los médicos les extrajeron muestras de sangre y les realizaron mediciones corporales hasta los 14 años de edad.

El equipo observó que el peso materno al comienzo del embarazo fue el principal predictor del sobrepeso y de la resistencia a la insulina en los hijos.

A los 2, 8 y 11 años de edad, muchos más hijos de mujeres obesas que de mujeres delgadas contrajeron sobrepeso, publicó el equipo en Diabetes Care.

A los 11 años, por ejemplo, el 46 por ciento de los hijos de mujeres obesas poseía sobrepeso, a diferencia del 12 por ciento de los hijos de las mujeres delgadas.

El 31 por ciento de los hijos de mujeres con diabetes gestacional presentaba sobrepeso a los 11 años, a diferencia de menos del 16 por ciento de los hijos de mujeres sin la enfermedad o con diabetes tipo I.

El hecho de que una madre fuera diabética explicó sólo parcialmente la tendencia de su hijo al sobrepeso.

Agregar la obesidad a la ecuación marcó una gran diferencia, por lo cual el equipo concluyó que los hijos de mujeres obesas con diabetes gestacional estarían programados desde el útero a tener sobrepeso y a ser más propensos a desarrollar diabetes tipo II.

Eso se debería a "una combinación de la herencia genética con una programación prenatal", afirmó Hummel.

FUENTE: Diabetes Care,

La felicidad está más en las experiencias vividas que en los objetos materiales adquiridos, aseguran psicólogos de la Universidad de Cornell, en los Estados Unidos.

La razón es relativamente simple: los bienes adquiridos dejan de satisfacernos pronto, en virtud de que siempre se comparan con los poseídos por otras personas.

Además, la predisposición feliz de la compra dura poco, ya que los seres humanos se adaptan rápidamente a la nueva posesión. Por el contrario, la satisfacción de las experiencias es más duradera.

Según Thomas Gilovich, jefe del equipo que hizo el estudio, las experiencias son menos comparables que los objetos y, por tanto, están menos sometidas a las comparaciones sociales odiosas, ante las que no son tan vulnerables.

Las vivencias resultarían, por tanto, más satisfactorias porque son más difíciles de comparar con las experiencias de otros, dado que pertenecen sólo a aquéllos que las han vivido.

Por el contrario, la gente puede sentirse menos contenta con sus adquisiciones materiales porque tiende a pensar mucho en lo que se podría tener (un mejor modelo, un mejor precio), una vez que ha hecho una compra.

De acuerdo a los científicos, los consumidores emplean más tiempo en pensar sobre los objetos materiales que no eligieron que el que dedican a comparar sus experiencias con las de otros.

Otra razón que marca la diferencia entre el disfrute que obtiene una persona al comprar algo, o la que logra al “degustar” una experiencia, es la capacidad de adaptación de la especie humana.

Gilovich afirma que existen muchas investigaciones sobre el bienestar y la felicidad que demuestran que nos adaptamos a la mayoría de las cosas.

Por eso, cuando un individuo compra algo nuevo, su adquisición lo hace feliz inicialmente, pero la persona se adapta enseguida a esa posesión, lo que termina con la felicidad.

En general, explica Gilovich, las comparaciones visibles reducen el contento que nos producen los objetos materiales que compramos. En cambio, si comparamos experiencias - aunque sean similares como un viaje a un mismo lugar- cada una de estas experiencias resultan únicas y, por tanto, el placer que producen no es fácilmente reducible por comparación.

Los resultados de la presente investigación sostienen que, dado que la gente obtiene más felicidad de sus experiencias que de sus posesiones, deberían llevarse a cabo políticas que desarrollen los recursos necesarios para asegurar que la población disfrute de diversas experiencias.

Gilovich añade: “ si este tipo de cosas es lo que hace que las personas disfruten más y durante más tiempo, se deben crear comunidades que cuenten con parques, senderos e instalaciones en los que las experiencias que nos hacen felices puedan desarrollarse.”

Esta fruta rica en flavonoides puede inhibir la activación de un carcinógeno. Contiene vitamina C que interviene en la formación de colágeno, huesos, dientes y glóbulos rojos. Favorece la absorción del hierro y la resistencia a las infecciones. Otro aliado indispensable que dispone es el betacoreno.

La American Chemical Society en Filadelfia (Estados Unidos), entre otras líneas de investigación, confirmó los beneficios de los cítricos en general para bajar de peso e incluso disminuir el riesgo de cáncer en fumadores.

Por su parte, Ken Fijoika, director de Investigación  sobre Nutrición y Metabolismo de una clínica de San Diego es el autor de un trabajo que evalúa el uso del pomelo en la reducción de peso.

Asignó 100 obesos en cuatro grupos; uno recibió extracto de pomelo blanco; otro bebió el jugo con las comidas; el tercero, ingirió medio pomelo blanco, mientras que al cuarto se le suministró un placebo.

Luego de tres meses, el grupo que utilizó placebo perdió un promedio de 230 gramos; el de extracto de pomelo, alrededor de un kilo; el de jugo, cerca de un kilo y medio, y los participantes que ingirieron jugo fresco, un kilo y 600 gramos.

El investigador consideró que esta fruta previene la resistencia a la insulina, que se desarrolla a medida de que las personas se vuelven obesas.

Asimismo, en Filadelfia, se cumplió otra investigación sobre el pomelo y las personas fumadoras a cargo de Kristine Cuthrell, nutricionista del Centro de Investigación del Cáncer de la Universidad de Hawai.

Demostró que la fruta bajó la actividad de una enzima del hígado que hace que el humo sea cancerígeno.

Los participantes que bebieron tres vasos de jugo por día disminuyeron la actividad de la enzima.

Cuthrell recomendó comer el pomelo entero, en lugar del jugo - junto con la ingesta de otras frutas y verduras- porque satisface más  al fumador en su intento de abandonar el cigarrillo.

El agua es el principal componente, existe un escaso valor calórico.

Es rico en vitamina C y ácido fólico.

Respecto a la presencia de minerales se destacan el potasio y el magnesio.

Abundan los ácidos málico, oxalítico, tartárico y cítrico, potenciando la acción de la vitamina C.

Se recomienda el consumo de la parte blanca, entre la pulpa y la corteza, ya que estimula el tránsito intestinal.

La provitamina A, o betacoreno, es un excelente antioxidante, esencial para la visión, el buen estado de la piel, el cabello, las mucosas, los huesos y el sistema inmunológico.

Todos sus contenidos ejercen enorme gravitación para combatir el reuma, la artrosis, las afecciones renales y el exceso de ácido úrico.

El potasio –abundante en el pomelo – es necesario para la transmisión y generación del impulso nervioso. Contribuye a conservar la actividad muscular normal e interviene en el equilibrio de agua dentro y fuera de las células.

Sus compuestos flavonoides inhiben la transformación metabólica de distintos medicamentos hasta sus formas inactivas, por lo que su consecuencia es un incremento de su absorción, biodisponibilidad y concentración de los fármacos activos en la sangre.

La creencia errónea radica en que los hidratos de carbono engordan, cuando deben suponer el 50% del total de calorías de una dieta. Se ha comprobado que los hidratos aportan tan sólo cuatro calorías por gramo.

Lo que aumenta de peso en el pan es el acompañamiento de manteca, embutidos, quesos; es decir, la mayoría de alimentos ricos en grasas.

Tampoco engordan. La banana, los higos, las cerezas y las uvas, contra el convencimiento tradicional, tienen un aporte calórico similar al de una manzana o naranja.

Cada 100 gramos de banana se ingieren 85 calorías; 100 gramos de uva, 65;

100 gramos de higos, 66; y 100 gramos de cerezas, 60.

Aportan igual cantidad de calorías antes o después de las comidas; si se ingieren antes-por su contenido en fibra- producen saciedad.

No brinda energía, se puede tomar antes, durante y después de las comidas.

Si se bebe antes, provoca saciedad; tomar mucha en las comidas hace que la digestión sea más lenta.

Los alimentos son una mezcla de hidratos de carbono, proteínas y grasas. El aparato digestivo está preparado para su digestión.

La composición de nutrientes es similar a los refinados, aportan las mismas calorías. No obstante, la fibra de los integrales mejora el tránsito intestinal, reduce los niveles de glucosa y colesterol y hasta previene el cáncer.

Al igual que el resto de los aceites posee 9 calorías por gramos. Se debe moderar su uso en caso de exceso de peso.

Diez gramos de aceite de oliva, girasol o maíz, constituyen 90 calorías.

Para tener en cuenta esta condición, los etiquetados deben mencionar –como mínimo- una reducción del 30 por ciento de calorías.

No sirven para adelgazar si se consumen en grandes cantidades. Por ejemplo, la mayonesa o manteca light, deben ingerirse con moderación porque siguen siendo muy calóricas.

Hay que cumplir con las tres comidas. La consigna para adelgazar no es pasar hambre porque puede ocasionar que la persona acabe dándose un atracón.

Lo importante es el ejercicio, no el uso de ropa de más porque lo único que se consigue es pérdida de agua.

Desciende el metabolismo. Lo que sucede es que si se sigue comiendo la misma cantidad y no se cumple ejercicio, el organismo tiende a aumentar de peso.

Su ingesta retiene agua, pero ésta no engorda. Si se consume en forma elevada, aumenta la tensión arterial.

Su mala fama obedece a su relación con caries, obesidad o diabetes. Se la une con postres y chocolates, cuando el principal aporte calórico proviene de las grasas de estos alimentos. Además de la sacarina, la miel puede sustituirla, ya que significa 300 calorías por 100 gramos, en relación con los 400 de azúcar.

Se puede comer con aceite de oliva, no abundante, y depositarlo en un papel de cocina para que absorba la grasa. Siempre son más aconsejables los huevos preparados a la plancha, al horno o al vapor.

Es un alimento que sólo dispone de 85 kilocalorías por cada 100 gramos; menos calorías que un filet de ternera, un yogur entero o un vaso de leche. Lo que sí engorda son las salsas con la que se acompaña o el aceite, si se consume frita.

Reúne las mismas calorías que los refrescos, cada 200 ml presenta 80 a 150 kilocalorías.

Fuente:

La nutrición según la OMS (Organización Mundial de la Salud)