Los pacientes cuyos médicos recetan antibióticos de forma excesiva podrían desarrollar una resistencia al fármaco de hasta un año, lo que generaría un riesgo para la población en general cuando se requieran tratamientos más serios.
A medida que se indican más antibióticos para la tos, cuadros gripales o infecciones urinarias, las bacterias se vuelven más resistentes, en una especie de círculo vicioso, sostuvieron investigadores británicos que analizaron 24 estudios previos de resistencia a los antibióticos.
"La consecuencia es mayor en el mes inmediatamente después del tratamiento, pero podría durar hasta un año, y este efecto residual podría ser un disparador de altos niveles de resistencia en la comunidad", dijo Alastair Hay, consultor de atención primaria de la Bristol University, que lideró la investigación.
Expertos médicos aseguran que el uso desmedido de antibióticos en Europa, Estados Unidos y otras regiones ricas está creando una resistencia generalizada y amenazando tratamientos vitales, desde reemplazos de caderas y terapias para el cáncer hasta cuidados intensivos.
Hay afirmó que su estudio demuestra que la resistencia individual está en incremento y que eso se traduce en inconvenientes comunitarios. Las bacterias resistentes a los fármacos son una creciente dificultad en los hospitales de todo el mundo.
El autor del estudio, que fue publicado en el British Medical Journal, sostuvo que esta circunstancia a menudo es ignorada por los especialistas, pese al hecho de que el 80 por ciento de las prescripciones proviene de médicos de familia.
"Hasta ahora, la mayor parte de la evidencia se había dado a nivel de la población, por eso es tan fácil para los médicos y los pacientes decir 'este no es mi problema', o 'un antibiótico más no va a hacer la diferencia'", añadió.
"Cuantos más medicamentos recetan, más bacterias se vuelven resistentes. Y el único modo de convertir ese círculo vicioso en uno virtuoso es indicarlos sólo cuando es absolutamente necesario", remarcó Hay.
En un comentario sobre el estudio, Chantal Morel y Elias Mossialos, especialistas en economía y políticas de salud de la London School of Economics, manifestaron que los resultados ponen a la vista la necesidad de desarrollar nuevas clases de antibióticos.
Morel y Mossialos propusieron usar incentivos financieros para persuadir a las compañías farmacéuticas a que inviertan en investigación para hallar, probar y desarrollar nuevos fármacos.
"Dado el rápido crecimiento de la resistencia a los antibióticos (...) las complejidades del mercado farmacéutico y el ahorro que permite la mejora de los tratamientos, existe un justificativo económico y sanitario para la intervención", escribieron.