EDULCORANTES, AZÚCAR NATURAL Y CONTRAINDICACIONES
Por más que se procure, es imposible que la gente ingiera sólo alimentos naturales. Siempre hay algún componente industrializado en el ritmo de vida que impone la modernidad; además, la falta de tiempo para cocinar es la norma y no la excepción.
Etiquetas en los alimentos, detalles que no aparecen
En la tentativa de buscar productos más saludables, aunque sean industrializados, se ha impuesto la costumbre de leer las etiquetas de los productos.
No obstante, las leyendas deberían informar de forma clara y legible todos los nutrientes que componen cada alimento, lo cual permitiría saber cuánto sodio, grasas saturadas e hidrogenadas incluye cada producto.
Azúcar y reemplazo por jarabe de maíz
Si bien en la mayoría de los países la normativa obliga a las empresas a rotular los alimentos con información nutricional, existen detalles que no surgen en las etiquetas.
Por ejemplo, qué tipo de azúcar contiene cada producto. En los últimos tiempos el azúcar blanco, proveniente de la caña de azúcar o la remolacha, ha sido sustituido por un producto llamado "jarabe de maíz rico en fructosa". Tal alimento es muy conocido por sus siglas en inglés, HFCS, por los profesionales de la nutrición y quienes trabajan en la industria alimentaria.
Características del jarabe
Ese jarabe es más barato, más dulce, más soluble y de mayor almacenaje que el azúcar tradicional. Supera en poder endulzante a la azúcar blanca refinada, con lo cual es más económico y rendidor como insumo.
Con tales atributos, es fácil entender por qué el jarabe de maíz desplazó a la sacarosa común en prácticamente todos los segmentos de los alimentos industrializados.
América Latina y Europa mantienen la sacarosa
En América latina y Europa, en cambio, la sacarosa que se obtiene a partir de la caña de azúcar aún mantiene su espacio como el más usado en la industria.
Fructosa preocupa
La fructosa, presente en el jarabe utilizado para endulzar los alimentos, es el mismo azúcar que contienen las frutas. Pero el hecho preocupante es que la concentración de tal azúcar es tan elevada en la mayoría de los productos industrializados que es imposible no excederse en las recomendaciones diarias de consumo.
En Estados Unidos, por caso, el consumo medio de azúcares representa de 25 a 30 por ciento del total calórico ingerido diariamente por sus habitantes, y casi todo ese azúcar es adicionado a los alimentos en forma de jarabe de fructosa.
Para una dieta saludable la cantidad recomendada de azúcar no debería ser superior al 7 por ciento.
Alimentos con fructosa
Las gaseosas, panes, tortas, muffins, donuts, salsas de tomate, jugos de fruta y de soja, cervezas, yogures, cereales para el desayuno, barritas de cereal, golosinas, postres y hasta sopas industrializadas suelen incluir al jarabe de maíz de fructosa entre sus ingredientes.
Azúcar y obesidad
La incidencia de obesidad entre los niños y su cruce con la mayor presencia de fructosa como componente de los productos, llama la atención de los investigadores del área nutricional.
Consecuencias de la fructosa
Según las investigaciones, la fructosa reacciona en el hígado aumentando la producción de grasas llamadas triglicéridos, que inundan al órgano y llegan en grandes cantidades a la corriente sanguínea.
Así, consumir comidas y bebidas que la contienen equivale a comer alimentos altamente grasosos. A ese ritmo, no sólo se ingieren más calorías, sino que también se almacenan en forma de grasa.
Algo parecido sucede, sin duda, cuando se consumen grandes cantidades de azúcar proveniente de la caña o remolacha, pero la fructosa potencia ese efecto sobre el peso corporal.
Hígado cargado de grasa y diabetes
Aunque no sólo eso: ese tipo de azúcar más "potente" podría estar asociado a la epidemia de esteatosis hepática (hígado cargado de grasa) y diabetes, ésta última por resistencia a la acción de la insulina.
El surgimiento de esas dolencias se relaciona con la ingestión de HFCS, asimismo, con los grandes niveles de azúcar que los niños vienen ingiriendo a edades cada vez precoces. Eso les hace consumir tales cantidades de calorías y azúcares de absorción rápida, que sus cuerpos son incapaces de absorberlas.
Las grasas "trans" y dolencias cardíacas
Cuando la industria alimenticia desarrolló la grasa trans o hidrogenada, era más económica y práctica, tanto desde el punto de vista del almacenamiento, como en la durabilidad que le daba a los alimentos; le daba a los productos mejor apariencia y sabor.
Estas grasas fueron generadas con la buena intención de sustituir a las grasas saturadas. Sin embargo, pasó mucho tiempo para que los órganos de vigilancia sanitaria descubrieran y comprendieran que las grasas trans son mucho más peligrosas que las grasas saturadas, una realidad que hasta la industria terminó admitiendo.
La razón es que las grasas trans aumentan considerablemente el riesgo de dolencias cardiovasculares.
Azúcar de mala calidad
Ahora la oblación se encuentra ante una encrucijada similar con los azúcares: no sólo se come demasiado azúcar, sino azúcar de mala calidad.
Debería definirse para los azúcares la misma regla que para las grasas trans o saturadas. No sería un detalle menor identificar qué tipo de azúcar se ingiere.
Una clasificación de tal naturaleza contribuiría a entender mejor la relación entre el consumo de azúcar y las enfermedades crónicas, que cada año atacan a personas de franjas etarias más bajas. Con esa información, sería factible proponer la reducción del consumo de alimentos industriales, especialmente entre los niños.
Fuente: Dra. Ellen Simone Paiva ,Especialidad: Endocrinología y nutrición, MInhavida, Brasil