La falta de un segmento de ADN podría causar la obesidad mórbida, lo cual apuntala más aún la teoría de que razones genéticas se involucran con la enfermedad, concluyeron diversas instituciones científicas europeos.
“Para algunas personas el aumento de peso tiene un componente genético”, ratificó Philippe Froguel, del Colegio Imperial de Londres, quien reconoció que las personas reaccionan de manera diferente por influencia genética.
En principio, la investigación sobre esta problemática halló en adolescentes y adultos -con dificultades de aprendizaje o desarrollo- que les faltaba un segmento de ADN. Los adultos, sin este segmento -que posee aproximadamente 30 genes- reunían un Índice de Masa Corporal mayor a 30, lo que significaba que eran obesos.
Luego, los expertos evaluaron los genomas de 16.053 personas de ocho instituciones europeas, con peso normal u obesidad. Los voluntarios sin ese segmento de ADN eran significativamente obesos.
En total, siete de cada 1.000 obesos mórbidos mostraron este problema en su genoma.
Robin Walter, otro de los autores, dijo: “es muy probable que haya otros problemas del ADN responsables de la obesidad. El efecto combinado de diversas variaciones genéticas de este tipo podrían explicar una gran parte del riesgo de la obesidad severa, que se sabe que se transmite en las familias.”
No obstante, en general, el aumento constante de la enfermedad responde a un ambiente insalubre con mala alimentación y muy escasa o ninguna actividad física.
El Índice de Masa Corporal (IMC) superior a 40 indica que existe obesidad mórbida. El IMC surge a partir de la medición del peso y de la altura.
En Inglaterra, el país donde se realizó el estudio, se considera que hay 700.000 personas en esta situación.
México, ocupa el segundo lugar en el mundo en los índices de obesidad mórbida, de acuerdo al Instituto Mexicano del Seguro Social.
Esta patología perjudica la calidad y la expectativa de vida. Además, provoca dificultades psicológicas y sociales, incrementa la aparición de numerosas afecciones: hipertensión arterial, diabetes tipo 2, alteraciones respiratorias, algunos tipos de cáncer y lesiones en las articulaciones.