Uno de cada siete accidentes cerebrovasculares (ACV) suceden mientras las personas duermen, por lo que se deduce que el 15% de los afectados no recibiría el tratamiento trombolítico, que ayuda a prevenir la discapacidad permanente, a raíz de que la enfermedad los encontró dormidos.
Sin embargo, no deberían negarse los tratamientos trombolíticos, si bien lo aconsejable es que se suministren en el marco de las 4,5 horas del comienzo de los síntomas.
“El hecho de haberse hallado durmiendo, priva a las personas con ACV de saber exactamente la hora en que ocurrió el mal y, por lo tanto, les cuesta que un tratamiento preventivo asegure eficacia”, según declaraciones del doctor Jason Mackey, de la University of Cincinnati.
No obstante, al compararse los ACV nocturnos con los diurnos, no se obtuvieron grandes diferencias, lo que indica que en ambos casos se pueden aplicar las mismas recomendaciones de prevención y tratamiento. Estos términos corresponden a Mackey.
Los ACV que se presentan cuando el paciente está dormido o despierto "no difieren"; el autor prefirió hacer hincapié en una prevención que consista en el cuidado general de la salud, la toma frecuente de la presión, comer adecuadamente, hacer ejercicio y controlar el colesterol.
El ACV se trata con más facilidad si se recurre al médico ante los siguientes síntomas que se experimentan al despertar:
dificultad para hablar o caminar;
debilidad en un brazo, una pierna o un lado de la cara.
Frente a la menor sospecha de que existe un ACV se debe llamar al servicio de emergencias. Este accidente es la tercera causa de muerte, luego de la enfermedad cardíaca y el cáncer.
El equipo investigador revisó las historias clínicas de individuos atendidos por Unidades de emergencias de Ohio y Kentucky en 2005. Identificó a 1.854 sujetos con la clase más común de ACV, que obstruye el flujo de sangre al cerebro; cerca del 15 por ciento de ese grupo (273) manifestó que se había despertado con síntomas.
En consecuencia, la revista Neurology publica que –tratándose de de 15% de ACV producidos al dormir- unos 58.000 estadounidenses habrían consultado en unidades de emergencia tras despertar con los síntomas propios.
La gente con ACV al despertar reúne en escasas circunstancias infartos algo graves.
Ningún paciente que despertó con los síntomas contó con el fármaco trombolítico llamado tpa ( activador tisular del plasminógeno).
Los investigadores cuestionaron: el fármaco debiera haber sido consumido por cualquiera , tanto inmediatamente al despertar con un ACV como si el accidente hubiera acontecido varias horas antes.
Más aún, ningún paciente debiera haberse quedado sin este medicamento, salvo con padecimiento de hipertensión o habiendo atravesado una cirugía reciente, hechos que tendrían que ser motivo de discusión del cuerpo médico interviniente.
“Una gran cantidad de los enfermos no tienen razón alguna para negárseles la terapia", dijo Mackey, mientras recordó que “la duda de los médicos en demorar la administración de tpa expone al riesgo de sangrado en el cerebro”.
Por otra parte, destacó la ineficacia del fármaco aplicado “mucho tiempo después del inicio de los síntomas”.
El especialista concluyó que deben avanzar investigaciones en este sentido “para darles una oportunidad a los pacientes con ACV”.
fuente: Neurology