Cuando el hígado graso en un niño se convierte en cirrosis -al arribar a la adultez- corre un serio peligro de perder su vida a los 40 años de edad.
La cirrosis no sólo es producto del consumo abusivo de alcohol, también los malos hábitos alimenticios conducen a esta enfermedad, de acuerdo a una advertencia emitida por el Dr. José Roberto Barba Evia, jefe de la División de Auxiliares de Diagnóstico y Tratamiento del Hospital "Ignacio García Téllez" del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Es la consecuencia final de muchas enfermedades hepáticas crónicas que producen la pérdida de la arquitectura normal del hígado, junto a una disminución progresiva de sus funciones.
Cualquier daño que ocasiona una inflamación crónica del hígado, en el curso de los años, puede desencadenar una cirrosis.
La cirrosis crece despacio, con células del hígado que mueren sin reemplazo, hasta que el órgano se queda sin células que efectúen su trabajo habitual.
Suelen transcurrir años antes de que el paciente se entere que padece cirrosis, lo cual es irreparable, si bien los síntomas se logran disminuir y controlar.
Sufrimientos de cirrosis incipiente
- Cansancio y debilidad.
- Pérdida del apetito.
- Náuseas.
- Pérdida de peso.
- El hígado comienza a crecer.
- Las palmas de las manos se vuelven rojas.
Cirrosis terminal
- Ojos y piel amarillos.
- Orina de color amarillo, oscuro o marrón.
- Diarrea o deposiciones negras, o con sangre.
- Venas de araña; los pequeños vasos sanguíneos debajo de la piel, toman el aspecto de una telaraña.
- Sangrado y moretones con facilidad.
- Piernas y pies hinchados.
- Confusión y carencia de pensamiento claro.
- Situación de coma, fallecimiento.
Antes de la cirrosis aparece el hígado graso o esteatosis hepática: el órgano se engrasa y provoca una hepatitis grasa a raíz de malas costumbres en la alimentación.
La enfermedad se observa en personas con sobrepeso y obesidad; en la gente delgada el perjuicio es factible que lo cause la diabetes o la ingesta de medicamentos (antiinflamatorios, analgésicos o anticonceptivos).
Es asintomático y es reversible, en tanto se evita el factor que está lesionando el hígado.
En los chicos, como en los adultos, retorna a su normalidad cuando se comen alimentos apropiados y se hace ejercicio.
En cambio, si se en la ingesta de productos que atacan el hígado, este último acaba padeciendo fibrosis o cicatrización, lo cual genera insuficiencia hepática.
Yogur en lugar de leche de vaca; no optar por quesos curados y grasas de origen animal. Reducir azúcar y dulces; al organismo no deben faltarle proteínas vegetales, antioxidantes (vitaminas A, C, E y el selenio); es preciso incorporar en la dieta alimentos ricos en fibra (vegetales y cereales integrales).
El especialista manifestó que la fibrosis tiene síntomas: crecimiento del abdomen por retención de líquidos (ascitis), várices esofágicas y sangrado.
El hígado, al hallarse impedido de efectuar ciertos metabolismos, retiene líquido, que se escapa y se queda en el abdomen. Por ello los alcohólicos muestran una barriga prominente.
Si el líquido retenido es mucho hay que extraerlo. Por otra parte, mucha gente –en choques automovilísticos- dado que sus várices sangran, fallecen al desangrarse.
Hasta que el hígado graso acabe en una cirrosis, el enfermo vive entre 15 y 20 años. Quienes están expuestos a un mayor riesgo de hígado graso y cirrosis son los menores por obesidad o sobrepeso.
Otras fuentes consultadas: Anderson RN, Smith BL (2003). «Deaths: leading causes for 2001». National vital statistics reports: from the Centers for Disease Control and Prevention, National Center for Health Statistics, National Vital Statistics System 52 (9): pp. 1–85. PMID 14626726.
Asociación Española para el Estudio del Hígado
Fundación HCV Sin Fronteras http://www.hcvsinfronteras.org.ar