Los hombres superarán al número de mujeres depresivas en este siglo. Lo aseguran expertos, al aludir que los motivos más influyentes radican en la poca esperanza depositada en el futuro y la escasa apertura emocional de los varones, quienes suelen ser renuentes a asumir una enfermedad psiquiátrica que precisa tratamiento.
No solo en la salud mental sino en todas especialidades las mujeres se enferman más, pero los hombres se mueren más. Esta es una razón esgrimida por el jefe de la Unidad de Psiquiatría de la Clínica Alemana en Chile, Alejandro Koppmann, quien atribuyó esta situación a “una mezcla entre factores culturales y biológicos".
El sexo femenino, más que el masculino, tiende a “quejarse, sentirse mal y buscar ayuda”, hechos que finalmente lo lleva a recurrir habitualmente a una atención médica oportuna.
Hay un prejuicio que se da tanto en hombres como mujeres, se convencen que acudir a una asistencia médica y consumir fármacos, los ubica ante la sociedad como “locos”, algo que todavía en el siglo XXI no pudo descartarse totalmente.
Los varones, en particular, también lidian con la idea social predominante: “los hombres no lloran”. Este preconcepto, lamentablemente, incide a tal punto que aún admitiendo que sufren un cuadro depresivo, no optan de inmediato por la ayuda de un profesional especializado porque se sienten “débiles y hasta extraños” para buscar un restablecimiento.
El ánimo –en la depresión- fluctúa con altos y bajos que afectan al comportamiento habitual en la rutina diaria, influyendo negativamente en la relación con los demás y en la capacidad de concentración y memoria.
Estos síntomas en los hombres se vuelven persistentes y más intensos con el transcurso del tiempo, por lo que es importante que acudan a un especialista.
Una pena se caracteriza por ser momentánea y producto de una circunstancia que es “normal” que la cause, pero la persona posee recursos para reaccionar de modo que ella no intercepta cualquier actividad cotidiana.
En cambio, un cuadro depresivo ya es “una sensación patológica”, definida como tal “por intensidad o duración”, destacó Koppmann.
Los malestares frecuentes son: fatiga y dificultades para conciliar el sueño.
Se desenvuelven con lentitud: el habla, los movimientos y los procesos mentales.
Además, presentan insomnio u exceso de sueño, sin alcanzar un descanso suficiente aunque duerman hasta doce horas diarias.
La depresión conduce a los hombres a sentirse mal físicamente. En general, experimentan dolores estomacales o de espalda, o cabeza y de forma crónica.
Como claro reflejo de la enfermedad, se cae en el abuso de drogas o alcohol –que si bien comparten este comportamiento ambos sexos-, los varones es usual que se escuden detrás de las sustancias “para ocultar sentimientos incómodos y sin considerar la necesidad de atención médica”, subrayó Ian A. Cook, profesor de psiquiatría de la Universidad de California.
Cook mencionó la irritabilidad e ira como síntomas de depresión con distinciones entre hombres y mujeres.
El sexo femenino muestra “netamente” mal humor; el masculino se aviene a la agresividad como recurso para dar evidencias de fuerza y virilidad y siempre frente a un sentimiento que les provoca “fundamentalmente fragilidad”.
Es muy difícil que los hombres acepten estar estresados, ansiosos y constantemente tristes, prefieren responsabilizar de su estado a su entorno, mientras demoran la oportunidad de recibir asistencia médica.
Otros síntomas son la indecisión y la falta de concentración. "Yo describiría la depresión como una forma de falla cerebral reversible (...), como si su CPU no funcionara correctamente", determinó otro psiquiatra, Norman Sussman.
Más alertas que fijan depresión masculina: no es raro que se perjudique la vida sexual; la disfunción eréctil y la falta de libido son señales de depresión.
No obstante, estas reacciones pueden deberse al uso de fármacos para tratar la enfermedad.
Los pensamientos suicidas indican, inexorablemente, que hay que salir a buscar atención médica inmediata.