Si bien es difícil que una pareja de ancianos acepte que un acompañante los ayude en sus tareas cotidianas, considerándolo un extraño en la privacidad del hogar, los mayores de 65 años acaban aceptando que sus hijos incorporen gente remunerada que los ayude en las actividades hogareñas.
En ciertas circunstancias los auxiliares son bienvenidos y se convierten en parte de la familia; en otras, las personas mayores los ven como intrusos y hasta llegan a insultarlos cuando tratan de bañarlos o alimentarlos.
La mayor cantidad de personas mayores argumentan que prefieren quedarse en su propia casa, en lugar de mudarse a residencias para ancianos o irse a vivir con parientes o amigos, según una encuesta realizada en 2007 por la Asociación de Personas Retiradas (AARP).
El hogar parece ofrecer familiaridad, privacidad e independencia, si bien en algunos casos, las personas se quedan en el mismo porque no lo pueden vender.
No obstante, todo ello implica adaptar tanto la casa como la mentalidad para vivir con acompañantes.
Se torna dificultoso aceptar un ayudante en la casa que no sea familiar, admitió Ccheryl Phillips, médica en San Francisco, especializada en geriatría y ex presidenta de la Sociedad Americana de Geriatría.
Phillips plantea los siguientes interrogantes: "¿a cuántos de nosotros les gustaría que alguien que no conocemos - y que tal vez no nos guste- esté viviendo bajo nuestro mismo techo, creando una relación muy íntima que no es nuestra propia elección. ¿Pueden los ayudantes ver la televisión, ubicar su auto en el propio garage, traer a sus hijos de visita? No son aspectos nimios.
Incorporar al cuidador poco a poco, en turnos cortos, aconseja Eric Rackow, profesor de la facultad de Medicina de la Universidad de Nueva York y presidente de Senior Bridge, una organización que administra servicios de atención en el hogar.
Los hijos deben prepararse, al igual que sus padres mayores, a una nueva realidad donde hay una persona que no sólo es alguien que comparte la casa, sino que se trata de un extraño del que la persona mayor puede ser dependiente cuatro, ocho o 24 horas al día, recomienda Rackow.
Ningún hijo debe olvidarse que los asistentes también poseen sus propias vidas.
“Para demostrar interés por un ayudante", agregó Rackow, " hay que mostrarle dónde puede poner cómodamente sus cosas personales, y ofrecerle la posibilidad de agregar algunos alimentos que le gusten, sobre todo si trabajará largas jornadas o va a residir en la casa".
"Les pido a los ancianos que piensen en sus acompañantes como en cualquier otra persona que pueda ir a su casa a prestar un servicio", manifestó Shellie Williams, médica especialista en geriatría del centro médico de la universidad de Chicago.”No deben dejar fácilmente expuesto dinero en efectivo, tarjetas de crédito, documentos legales o información médica o financiera a la vista".
Verifiquen la identidad del auxiliar antes de admitir a un extraño en su casa, determinó Williams.
Establezcan las reglas del juego.
Dejen por asentado que la casa pertenece al adulto mayor, que no es pertenencia del ayudante, agregó Williams.
"Los acompañantes son empleados contratados para prestar un servicio", definió Debra Greenberg, psiquiatra y trabajadora social con experiencia en geriatría del centro médico Montefiore en Nueva York.. "Convertir al cuidador en parte de la familia podrá crear una expectativa poco realista, si pensamos en los acompañantes como en un familiar suplente".
A veces los límites pueden no estar muy claros: algunas familias establecen vínculos estrechos con los acompañantes.
Pero nunca hay que perder la noción de la relación laboral. "No solo se pretende la contratación de una persona que sea buena", indicó Marki Flannery, presidenta de Partners in Care, una firma que brinda servicios en Nueva York para la atención de ancianos.”Es indispensable incluir al hogar una persona con entrenamiento y capacitada para ofrecer la mejor asistencia posible”.
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"No contratar a alguien que se cree que resultará un buen amigo", añadió Flannery. "en su lugar, es preferible alguien entrenado para actuar como un invitado en casa del cliente, amigable pero profesional".
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