Una nueva investigación refuerza la conclusión de que el humo del cigarrillo en el hogar enferma tanto al que fuma como a quienes viven cerca de él. De ahí, que los niños adultos, convertidos en fumadores pasivos, respiran sustancias tóxicas por la combustión del tabaco y llegan a desarrollar un enfisema.
Es una enfermedad crónica e irreversible que daña los alvéolos pulmonares disminuyendo la capacidad respiratoria. El perjuicio no se puede subsanar y sí en cambio sigue avanzando sino se cambia el estilo de vida.
Los principales síntomas son: dificultades para respirar, tos, fatiga, ansiedad, pérdida de peso y problemas para dormir.
La Universidad de Columbia evaluó a 1.781 adultos que no fumaban.
La mitad, creció en un hogar donde al menos uno de los habitantes prendía cigarrillos con regularidad. La lesión de los alvéolos alcanzó el 18%.
Se utilizó una técnica que permite la visualización de la estructura de los pulmones.
La gente que convivió con dos fumadores en su infancia mostró un enfisema equivalente a la baja de la capacidad pulmonar de un 20%.
Algunos daños conocidos del tabaco se observan en el corto plazo, pero la presencia de enfisemas ya indica que su efecto sobre los pulmones persiste de por vida, de acuerdo a Gina Lovasi, una de las investigadoras.
Lovasi advirtió que los niños que comparten su casa por lo menos con una persona habitualmente fumadora sufren las consecuencias de los tóxicos que desprende el tabaco.