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Es un oligamento esencial para el funcionamiento normal del cerebro y uno de los minerales antioxidantes.

Contribuye a la respiración de las células y al perfecto estado de los huesos y cartílagos, al igual que e su formación.

Participa en la síntesis de los nutrientes: ayuda a que el organismo asimile y utilice grasas, hidratos y proteínas.

Interviene en la síntesis de la úrea, por lo que colabora para que los riñones trabajen bien.

Estimula la producción de anticuerpos: protege de infecciones.

Perfecciona la utilización de diversas vitaminas: sobre todo B1, B4, B8 y C.

Es necesario para la producción del colesterol bueno y la insulina.

Potencia el mecanismo de la activación de energía.

Mejora la función digestiva, fomentando la generación de enzimas especialmente en las dificultades de dispepsia (un dolor o sensación desagradable en la parte media superior del estómago).

Es sumamente importante para la reproducción y el normal desempeño del sistema nervioso.

Protege los tejidos de los daños de los radicales libres.

Para la fertilidad, puede ser muy útil comer alimentos ricos en manganeso porque estimulan los estrógenos.

Ayuda en el tratamiento de migrañas y cefaleas.

Refuerza el pelo y las uñas y contribuye a la cicatrización de la piel.

Actúa favorablemente en la rinitis (alergia que afecta ojos y nariz) y el asma bronquial.

Es apto para evitar mareos y problemas de memoria.

La principal fuente son los vegetales, especialmente las hortalizas verdes, fruta fresca, fruta seca (avellanas, almendras, maníes), cereales integrales, legumbres, cacao, té, pimentón, berberechos, bananas, arroz y lechuga.

Disminuye el peso sin régimen ni ejercicio físico.

Problemas en el crecimiento del pelo y las uñas, alteraciones de la piel, reducción del colesterol bueno, irritabilidad nerviosa, crisis convulsivas, fatiga, insomnio, vértigo y náuseas, disminución del apetito sexual y de la memoria.