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Una nueva investigación sugiere que en algunos pacientes con cáncer, en especial con tumores cerebrales y pulmonares de células pequeñas, la primera manifestación de enfermedad es un síntoma psiquiátrico.
Los resultados indican que el mes posterior a la primera evaluación de un síntoma psiquiátrico, las probabilidades de recibir un diagnóstico de cáncer aumentaron 2,61 veces, publicó el International Journal of Cancer.
Pero para los tumores cerebrales, la probabilidad de recibir un diagnóstico creció mucho más: 18,85 veces.
"Estudiamos la ocurrencia de cáncer en personas con una enfermedad mental recientemente diagnosticada, con el fin de investigar si existe un grupo de pacientes en el que los síntomas de enfermedad psiquiátrica se asocien con cáncer o síndrome paraneoplásico", explicó el equipo del doctor Michael E. Benros, de la Universidad de Aarhus, en Dinamarca.
Con datos del Registro Central de Enfermedades Psiquiátricas y del Registro de Enfermedades Oncológicas, ambos de Dinamarca, el equipo analizó la incidencia de síntomas psiquiátricos y de cáncer en más de 4 millones de personas controladas entre 1994 y el 2003.
Durante el estudio, 202.144 individuos tuvieron un primer contacto médico por causas psiquiátricas y a 208.995 se les diagnosticó cáncer. Una de cada 63 personas mayores de 50 presentó cáncer dentro del año de la primera consulta psiquiátrica.
La vinculación más sólida fue con los tumores cerebrales, aunque también se detectó un elevado riesgo de desarrollar cáncer de pulmón de células pequeñas (tasa de incidencia de 6,13).
En general, más allá de los tres meses, desapareció la relación entre los síntomas psiquiátricos y el diagnóstico de cáncer. La excepción fueron los tumores cerebrales para los que el aumento del riesgo se mantuvo durante los nueve meses posteriores a la primera consulta psiquiátrica.
"Los médicos deberían ser conscientes de que en los pacientes, en especial en los adultos mayores que desarrollan primero algún trastorno psiquiátrico, los síntomas mentales podrían ser signo de un cáncer aún sin detectar", concluyeron los autores.
FUENTE: International Journal of Cancer
Las mujeres jóvenes con cáncer de la vulva (los genitales externos) suelen tener varios factores de riesgo modificables de la enfermedad, como el tabaquismo y la exposición al virus del papiloma humano (VPH). Este último se contrae por transmisión sexual (anal y vaginal) e incluye más de 100 cepas y algunos tipos son de “alto riesgo”, hallándose infectadas en el mundo 20 millones de personas, entre hombres y mujeres.
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Si pudiéramos hacer que las mujeres modifiquen esas conductas, la incidencia del cáncer vulvar disminuiría", sostuvo la doctora Patricia L. Judson, de la University of Minnesota, en Mineápolis.
"En especial, las jóvenes no son conscientes del cáncer de vulva. Tampoco de que fumar y exponerse al VPH aumenta el riesgo de desarrollarlo. Las vacunas contra el VPH permiten reducir su incidencia", agregó.
El equipo de Judson estudió a 56 mujeres con cáncer vulvar desde los 45 años o antes.
Casi la mitad de las pacientes informó la presencia de síntomas durante menos de seis meses antes del diagnóstico.
Las mujeres habían fumado y casi el 70 por ciento presentaba cambios tisulares asociados con el cáncer de vulva. El 6,7 por ciento estaba inmunocomprometida. La infección por VPH también era frecuente.
En los últimos 28 años la prevalencia del cáncer vulvar viene en aumento, si bien es un mal relativamente poco común que afecta a 2,2 de cada 100.000 mujeres por año.
Los investigadores opinan que educar a las mujeres sobre cuáles son los factores de riesgo modificables del cáncer vulvar ayudaría a revertir esa tendencia.
FUENTE: American Journal of Obstetrics and Gynecology
Universidad de Minnesota, Minéapolis, EE.UU. Dra. Patricia L. Judson
Usar preservativo regularmente ayuda a prevenir el contagio del herpes genital, pero las evidencias de su efectividad contra el VHS-2 son contradictorias, según un estudio publicado en Archives of International Medicine de Estados Unidos.
El herpes genital aparece por la infección con el virus del herpes simple tipo 2 (VHS-2). La infección puede producir lesiones genitales dolorosas. Existe tratamiento para los brotes y para suprimir la acción del virus, aunque una vez que la persona lo adquiere, lo portará para siempre.
De acuerdo a la nueva investigación, el preservativo es parcialmente protector porque el VHS-2 se puede diseminar por contacto de piel a piel, lo que puede ocurrir en sitios que el preservativo no cubre.
No obstante, "Importa la regularidad del uso del preservativo”, dijo la doctora Emily T. Martin, del Instituto de Investigación del Hospital de Niños y la University of Washington, en Seattle.
Se conoce la efectividad del condón para prevenir la diseminación de la infección por VIH, clamidia, gonorrea y otras enfermedades de transmisión sexual (ETS), señalaron los expertos.
Para obtener una respuesta más definitiva, el equipo investigador combinó los datos de seis estudios sobre la incidencia del VHS-2 y el uso de condón en 5.384 personas en total. Ningún participante tenía VHS-2 al inicio, aunque durante el seguimiento, que duró alrededor de un año, 415 personas contrajeron herpes genital.
Las personas que habían respondido que siempre usaban preservativo eran un 30 por ciento menos propensas a contraer la infección, que las que habían dicho que no usaban condón, mientras que el riesgo de contraer la infección aumentó de manera contínua con la cantidad de relaciones sexuales sin protección.
Martin precisó además que, incluso cuando las personas con herpes genital no tengan un brote visible de la infección, pueden contagiar el virus.
“Con todo –agregó- “que el 30 por ciento es una protección parcial, pero protección al fin".
FUENTE: Archives of International Medicine
Un nuevo estudio sugiere que compuestos antioxidantes en el té verde retrasarían el desarrollo y el avance del cáncer de próstata.
El Cancer Prevention Research de Estados Unidos publica que el equipo del doctor James R. Cardelli, de Louisiana State University Health Sciences Center, en Shreveport, comprobó en hombres con cáncer de próstata que una terapia breve con uno de los compuestos del té verde, el galato de epigalocatequina (GEGC), reducía los niveles en sangre de varias proteínas asociadas con el avance del cáncer de próstata.
El GEGC es el polifenol más importante de este tipo de té; los polifenoles son compuestos antioxidantes que, según sugieren los investigadores ayudarían a prevenir el daño celular que promueve la aparición y el adelantamiento del cáncer.
Si bien la investigación no prueba que los compuestos del té verde limiten la diseminación de los tumores prostáticos, sí sugiere que el GEGC debería someterse a ensayos clínicos más grandes como terapia potencialmente adyuvante contra la enfermedad.
También un ensayo clínico reciente, realizado en Italia, determinó que los hombres con una condición precancerosa llamada neoplasia intraepitelial prostática de alto grado, eran menos proclives a generar cáncer de próstata tras habérseles administrado durante un año polifenoles del té verde.
"Estos estudios son apenas el comienzo y falta mucho trabajo por hacer. De todos modos, creemos que debería estudiarse el uso de los polifenoles del té solos, o con otros compuestos utilizados para el tratamiento del cáncer, como un enfoque de prevención del avance y la recurrencia del cáncer", dijo Cardelli a través de un comunicado difundido por American Association for Cancer Research.
El estudio incluyó a 26 hombres con diagnóstico reciente de cáncer de próstata y fecha programada para extirpar el tumor. Los científicos pidieron a los pacientes que consumieran 4 cápsulas de GEGC por día hasta el día previo a la cirugía; en general, durante un mes.
La dosis diaria de GEGC fue equivalente a una docena de tazas de té verde.
El equipo halló que los niveles de varias proteínas en sangre, incluidos el factor de crecimiento hepatocitario (HGF), factor de crecimiento endotelial vascular (VEGF) y antígeno prostático específico (PSA), disminuyeron durante la investigación.
El HGF y el VEGF participan en el desarrollo y la diseminación de las células tumorales. El PSA, por su parte, es una proteína que produce la glándula prostática y que tiende a aumentar cuando el cáncer de próstata se desarrolla o vuelve a crecer.
Las conclusiones, según el equipo, establecen el cimiento de nuevos estudios randomizados y controlados versus placebo, que son el "estándar de oro" en la investigación médica, donde los pacientes reciben al azar el fármaco bajo estudio o una sustancia inactiva como parámetro de comparación.
FUENTE: Cancer Prevention Research
Las personas con habilidades del lenguaje más desarrolladas en la adultez temprana estarían en mejores condiciones de mantenerse mentalmente bien en la tercera edad, aún cuando adquieran anormalidades cerebrales similares al Alzheimer, indicó un estudio publicado en la revista Neurology.
Los resultados, que surgen de autopsias a 38 cerebros de monjas, sugieren también que eso se debería en parte a que las células cerebrales restantes se agrandan para compensar las pérdidas, señaló el equipo del doctor Juan C. Troncoso, de la Johns Hopkins University, en Baltimore, Estados Unidos.
Durante años, los científicos se preguntaron por qué algunas personas con placas y marañas cerebrales, que son características del Alzheimer, tienen facultades mentales intactas toda la vida. El equipo consideró ese estado como Alzheimer asintomático.
En dos estudios previos sobre participantes fallecidos, en su mayoría hombres, los investigadores habían hallado que las personas con Alzheimer asintomático presentaban células más grandes en varias zonas del cerebro, al igual que estructuras celulares más grandes llamadas núcleo y nucléolo, en comparación con las personas con alteraciones cognitivas leves.
Para confirmar esos resultados en una población completamente distinta, el equipo analizó el cerebro de 38 hermanas católicas. Diez mujeres manifestaban Alzheimer asintomático al morir; cinco mostraban alteración cognitiva leve y 10 padecían del Mal de Alzheimer.
Un grupo de 13 mujeres sin problemas cognitivos ni lesiones cerebrales actuaron como cohorte de control.
El equipo comprobó que las mujeres con Alzheimer asintomático tenían neuronas, núcleos y nucléolos más grandes que aquellas con alteración cognitiva leve, mientras que las células cerebrales de las mujeres con Alzheimer eran más chicas que las del grupo de control.
Los autores pudieron leer ensayos que 14 mujeres habían escrito al final de la adolescencia y a los 20 años, cuando ingresaron al convento. Evaluaron la "densidad de las ideas" o la cantidad promedio de ideas expresadas por cada 10 palabras, y la complejidad gramatical.
Los primeros escritos de las ocho mujeres del grupo -sin deterioro cognitivo al morir- eran significativamente más densos en ideas que los ensayos de las seis mujeres con Alzheimer o deterioro cognitivo leve.
Se arribó así a la conclusión de que el cerebro se puede adaptar y cambiar, un fenómeno llamado plasticidad, incluso cuando una persona tiene 80 o 90 años.
“Es posible -dijeron los autores- que las neuronas se agranden para compensar el daño que producen las proteínas tóxicas del Alzheimer ARN (ácido ribonucleico que dispone la información genética procedente del ADN), en tanto el núcleo de las células se agrandaría al producir más ADN y para reparar ese daño.”
Aunque el estudio fue pequeño, "sigue siendo una observación fascinante que una capacidad intelectual medida a los 20 años pueda predecir la probabilidad de mantenerse cognitivamente normal cinco o seis décadas más tarde, aún ante una patología como el Alzheimer", escribió el equipo.
"Quizás las capacidades mentales a los 20 años son un indicador de que el cerebro podrá sobrellevar enfermedades futuras", agregó en un comunicado de prensa la Academia Estadounidense de Neurología.
Una compleja investigación científica, que evaluó a los alimentos producidos en forma orgánica, comparó sus resultados y aportes nutricionales con los producidos en forma tradicional. Demostró que ambos tipos no tienen diferencias significativas en lo estrictamente nutricional.
El trabajo, que se publicó en la revista especializada American Journal of Clinical Nutrition , repasó estudios efectuados a lo largo de casi 50 años.
Los autores concluyeron que: "no tenemos evidencias que los alimentos orgánicos sean -desde el punto de vista nutricional- superiores a los que se producen en forma convencional".
Este dato es interesante porque muchos consumidores aceptan pagar por este tipo de comida un precio mayor que por los comunes, considerando que obtendrán diversos beneficios de salud y nutrición.
Sin embargo, el trabajo realizado por profesionales de la London School of Higiene and Tropical Medicine de Inglaterra, se enfocó en comparar y sistematizar los resultados de 162 artículos científicos y papers publicados a lo largo de décadas donde se evaluaban los contenidos nutricionales de diversos tipos de alimentos producidos tanto en forma orgánica como convencional.
Eso sí, los investigadores no analizaron otro tema que también es relevante para la percepción de los consumidores: la presencia o no de elementos contaminantes o residuos químicos de pesticidas que podrían encontrarse, o no, en los diferentes modos de producción agropecuaria.
Según concluyó Alan Dangour, uno de los investigadores responsables de este trabajo: "nuestra investigación indica que, actualmente, no tenemos evidencias serias para afirmar que los alimentos producidos en forma orgánica sean, desde el punto de vista nutricional, superiores a los producidos en forma convencional".
Se sabe que la Enfermedad de Parkinson (EP) es degenerativa del sistema nervioso central y producida por la pérdida de neuronas en la materia gris, más la disfunción de los circuitos neuronales relacionados con el control de los movimientos corporales.
Pero el European Journal of Neurology publica una investigación de Innsbruck, Austria, que da cuenta que además de la lentitud o ausencia de movimientos, rigidez muscular y temblor, la afección se asocia con otra gran variedad de síntomas, incluyendo disfunciones neuropsiquíatricas y autonómicas, trastornos del sueño, síntomas sensoriales y dolor.
La EP aún es considerada una enfermedad paradigmática del movimiento; las estrategias terapéuticas actuales se basan en el reemplazo de la dopamina (hormona y neurotransmisor) con el fin de corregir, al menos en parte, los problemas de movilidad causados por su deficiencia en el cuerpo estriado.
Sin embargo, actualmente se conoce que el proceso patológico de base también lesiona áreas no involucradas con el control motor. Esto explica por qué la mayoría de los pacientes tienen síntomas no motores.
A su vez, los fármacos empleados para el tratamiento de los síntomas motores se asocian con efectos adversos como hipotensión ortostática (caída de la presión arterial sanguínea), alucinaciones, somnolencia, insomnio o edema de piernas, los cuales aumentan la carga de morbilidad.
Las sensaciones de dolor pueden ser experimentadas por el 50% de los pacientes con EP. Todavía no se conocen con claridad los procesos fiopatológicos que llevan al dolor, aunque se cree que se generan por alteraciones en las vías centrales de procesamiento del mismo.
El 90% de los pacientes sufre trastornos en la detección y dsicriminación olfativa, relacionados con el compromiso de los bulbos olfatorios.
Se suman disfunciones urinaria y sexual y constipación; esta última alcanza al 61% de los enfermos. La disfunción urogenital comprende trastornos de erección y eyaculación, de frecuencia urinaria y vaciamiento vesical.
Ahora se sabe que la EP puede vincularse con depresión, disfunción cognitiva, demencia y psicosis. La depresión mayor se da en el 40% de los pacientes. El proceso responsable parece ser la deficiencia de numerosos transmisores en los sistemas monoaminérgicos mesocorticales, que lesiona orgánica y funcionalmente el sistema nervioso.
Los trastornos cognitivos sutiles son casi universales en estos pacientes; se relacionan con disfunción ejecutiva frontal, trastornos en la resolución de problemas, la planificación y organización de tareas dirigidas a un objetivo, el aprendizaje y la memoria, entre otros.
Se ha estimado que hasta el 40% de los enfermos puede presentar demencia; esta última tiene un efecto significativo en la historia natural de la enfermedad, ya que se ha asociado con aceleración de la progresión de la discapacidad, mayor probabilidad de internación en hogares de cuidado y mayor mortalidad. El 17% de los pacientes puede padecer alucinaciones y episodios psicóticos con la posterior declinación cognitiva y el diagnóstico de demencia.
Los trastornos del sueño son frecuentes. Las alteraciones motoras podrían ser los factores causales, mientras que la neurodegeneración de la enfermedad podría afectar la estructura del sueño, fragmentándolo y reduciendo su eficiencia.
Estas manifestaciones de disfunción de los campos neuropsiquiátrico, sensorial y autonómico incrementan significativamente la discapacidad en la EP y dañan críticamente la calidad de vida.