Fueron evaluados niños de cinco años de edad. Sus padres debieron responder a un cuestionario que abarcaba preguntas vinculadas al estrés y dificultades tales como el divorcio y el desempleo. De este modo se organizaron dos grupos: hijos que residían en un hogar con mucho estrés, y otros criados con estrés normal. Los síntomas físicos, psíquicos, emocionales Los primeros, sufrieron un desequilibrio físico, psíquico y emocional, traducido en llanto sin causa, sudor en las palmas de las manos, dolores de cabeza y de estómago, retorcimiento de los cabellos e intento de arrancárselos, mordedura de uñas, tendencia a orinarse, pesadillas o sueños perturbadores. Falsa creencia Es común, erróneamente, creer que la infancia es un periodo de diversión, juego y felicidad, pero pocos comprenden que los niños atraviesan por padecimientos que para ellos son problemas y los experimentan con estrés. Las presiones en la casa, el colegio o los amigos los lleva a esta modalidad de vida negativa. No obstante, algunos sobrellevan diferentes problemáticas, no se dejan lesionar, y saben manejarlas. Todo depende del apoyo que reciben del entorno familiar y social y también de su personalidad. Sensibilidad e inquietud Pero las criaturas son hoy cada vez más perceptivas, sensibles y se inquietan con más facilidad. En su mayoría, y más aún a corta edad, no saben explicar detalladamente lo que les pasa y, entonces, culminan en un decaimiento emocional o físico, sin adecuarse a la realidad. Cuándo algo anda mal, recomendaciones a los padres El estrés infantil se manifiesta con: Temor, tristeza, falta de atención, bajo rendimiento escolar, irritabilidad, ansiedad, pesadillas recurrentes, miedos, llanto, regresión a una etapa de desarrollo (chuparse los dedos o mojar la cama), excesiva preocupación, dolor de estómago o de cabeza, ausencia de apetito, sudoración, sarpullidos. Se nota a los infantes más irritables, nerviosos, alterados, con mal genio. Estos cambios importantes son factibles de provocarle depresión. Ansiedad, tensión, confusión La llegada de un nuevo hermanito, la escuela, el “matoneo social” o hablar en público, son momentos en que los niños necesitan adaptarse o adoptar decisiones saludables; su propia percepción los lleva a reaccionar e interaccionar emocionalmente con ansiedad, tensión y confusión. Cómo ayudar a los menores estresados A veces los menores precisan la asistencia de un psicólogo no solo para aprender a combatir el estrés sino igualmente para recobrar la autoestima. Medidas concretas para progenitores |