Las mujeres que ingieren demasiadas calorías o prefieren las grasas saturadas en lugar de las grasas "buenas" podrían desarrollar incontinencia urinaria, sin importar su peso corporal.
Los autores de un nuevo estudio señalan que la obesidad, sobre todo en el abdomen, es un factor de riesgo de la incontinencia urinaria. Eliminarla ayuda a prevenir el problema o reducir los síntomas, pero es posible que los cambios del estilo de vida que permiten adelgazar, como una mejor dieta y más ejercicio, expliquen buenos resultados.
El equipo reunió datos de una encuesta realizada en Boston sobre 2.060 mujeres, de entre 30 y 79 años, que respondieron sobre su dieta y estilo de vida. También se les preguntó si padecían síntomas urinarios y se les midió el peso, la altura y la circunferencia de cintura.
El 12 por ciento de ellas atravesaban por una incontinencia moderada a grave, es decir, pérdidas de orina por lo menos una vez por semana o una pérdida importante una vez al mes.
El riesgo se triplicó en el 20 por ciento de las mujeres que más calorías consumían, comparadas con el grupo que menos calorías ingería.
Un aumento similar se registró en las mujeres que comían una gran proporción de grasas saturadas, principalmente de alimentos de origen animal, y muy pocas grasas poliinsaturadas, que se encuentran en los aceites de origen vegetal.
"Esos son resultados bastantes novedosos , dijo la doctora Nancy N. Maserejian, de los Institutos de Investigación de New England, en Watertown, Massachusetts.
Por ahora, señaló la especialista, adelgazar sigue siendo la estrategia terapéutica "de primera línea" contra la incontinencia en pacientes con sobrepeso. Pero las conclusiones obtenidas proponen que reducir las calorías y reemplazar las grasas saturadas por las poliinsaturadas sería más efectivo.
Esos cambios alimentarios funcionarían en mujeres con peso normal. "Lo interesante de nuestros resultados (...) es que la relación (entre las calorías y la incontinencia urinaria) fue aún más fuerte en las mujeres delgadas", afirmó.
Se desconoce por qué el equilibrio de grasas en la alimentación modificaría el riesgo de ocasionar incontinencia urinaria. Aunque estaría asociado con la inflamación crónica y sistémica, opinó el equipo.
Investigaciones previas encontraron que las personas con altos niveles en sangre de ciertas sustancias inflamatorias eran más propensas a síntomas urinarios. Y se cree que las dietas con mayor contenido de grasas saturadas que poliinsaturadas promoverían la inflamación.
En tanto, el exceso de calorías podría incrementar la actividad nerviosa, lo que alteraría los nervios que afectan a la vejiga, explicó Maserejian.
El 20 por ciento de las participantes que más calorías ingerían, totalizaban unas 2.400 por día. A diferencia de las que menos calorías consumían (840 por día), aquel grupo era tres veces más propenso a tener incontinencia urinaria.
Por otra parte, las mujeres que más grasas saturadas comían en relación con las poliinsaturadas eran 2,5 veces más propensas a sufrir incontinencia urinaria, a diferencia de las mujeres que consumían ambos tipos de grasas proporcionalmente. Los resultados aparecieron en American Journal of Epidemiology.
Maserejian remarcó que las mujeres podrían moderar el consumo de calorías y reemplazar las fuentes de grasas saturadas, como la carne y la manteca, por fuentes de origen vegetal.
Si bien se desconoce si esos cambios pueden prevenir o tratar la incontinencia urinaria, la autora insistió en que son muy buenos cambios para la salud.
FUENTE: American Journal of Epidemiology,