Los expertos consideran que hay que hablarle a los chicos sobre los peligros de la marihuana porque inculcarles conocimientos al respecto, les evitará a ellos la necesidad de tomar decisiones difíciles y tendrán una mayor tendencia a evitarla.
Se ha comprobado que los adolescentes que aprendieron de sus padres los riesgos de la droga, son menos propensos a probarla que aquellos que nunca obtuvieron información.
Los padres no deben sentir miedo al abordar el tema ni temor de que estén
aportándoles ideas para que acaben consumiéndola.
Lo importante es explicarles que el uso de esta droga interfiere con la habilidad de concentración mental de los jóvenes, con la memoria, las habilidades motoras y la motivación, lo que lleva a un pobre rendimiento escolar.
Además, de acuerdo a un reciente estudio, fumarla se ha vuelto aún más popular entre los adolescentes, quienes prefieren consumir menos cigarrillos y metanfetaminas o emborracharse, como lo explicita la Universidad de Michigan bajo encargo del Instituto Nacional contra el Abuso de Drogas de Estados Unidos.
La marihuana entorpece la memoria a corto plazo, es decir, sobre los hechos recientes. Los consumidores presentan problemas a la hora de realizar tareas complejas. Con el uso de las variedades más potentes de la droga, pueden sufrir inconvenientes incluso para efectuar actividades sencillas.
Debido a los efectos de la marihuana sobre la percepción y los reflejos, estas personas también corren peligro de accidentes automovilísticos, a la vez de ser más propensas a comportamientos sexuales riesgosos que pueden resultar en la propagación del VIH, el virus que causa el SIDA.
A largo plazo quienes optan por la marihuana experimentan más ausencias del trabajo por enfermedad y más visitas médicas por problemas respiratorios y otras enfermedades.
Los resultados hasta la fecha indican que el uso regular de esta droga juega un papel trascendente en el cáncer, en el sistema respiratorio y el sistema inmunológico.
Si los hijos cuentan a sus padres que sus amigos se drogan, es muy importante que los progenitores no reaccionen violentamente, no corten la conversación ni le impidan ver a esos compañeros, porque sólo se logrará que se pongan a la defensiva.
En cambio, hay que preguntarles por qué creen que sus amigos se drogan y si vale la pena arriesgarse.
Es fundamental mantener un vínculo de confianza y de comunicación. Los padres alejarán así a sus hijos de la marihuana, sin prohibirles el contacto con ciertas personas. No hay que quitarles de los ojos la tentación pero sí enseñarles con fundamentos a decir que no.
Otras fuentes: Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos
National Institute on Drug Abuse