Si bien hay que encarar con calma las situaciones difíciles que plantea la vida en diferentes áreas, corresponde saber defenderse adecuadamente para alcanzar lo que se quiere o se necesita, de modo de no crear conflictos que perturben las relaciones sociales.
Asumir la responsabilidad propia y no culpar a otros
Es fundamental asumir la propia responsabilidad en cuanto a lo que se siente, lo que se piensa y lo que preocupa, expresar todo ello estratégicamente y no atribuirle la culpa a los otros.
Esta es una regla que recomienda Helene Rothschild, una terapeuta matrimonial y familiar de San José, California
Hablar sin dañar
Ante un asunto que molesta, es preferible hablarle con claridad a la persona que interfiere y definirle plenamente cuál es el objetivo que se pretende.
· Empezar por conversar de aspectos positivos
Si el inconveniente no se enfrenta, el resentimiento crece. Ser amable es otra receta; para iniciar una conversación que no lastime es mejor comenzar por reconocer en el individuo que causa disgustos sus aspectos positivos. De lo contrario, cualquier conversación podría ser contraproducente.
Cómo preservar los vínculos sociales
Mientras no se especifica lo que uno quiere, los demás no siempre saben lo que hacen mal y pueden experimentarse atacados. Por eso, un mensaje directamente clarificador es viable de entender y preserva los vínculos sociales.
Las cuestiones de dinero
Cuando existen problemas de gastos excesivos de dinero, por ejemplo en el ámbito familiar, quien mantiene el hogar necesita formular preguntas con final abierto.
La sugerencia de Rothschild consiste en fijar un día y una hora para discutir el tema; es decir, establecer un espacio para concentrarse, exponer las inquietudes y escucharse unos y otros.
Para evitar que la gente o los parientes tomen una actitud defensiva, valen las preguntas con final abierto, interrogando cómo se podrá ahorrar y no enunciando “el gasto es mucho y hay que achicarlo”.
Centrarse en los propios sentimientos
Si el comportamiento de alguien querido es decepcionante, no se remedia con acusaciones.
Argumenta Rothschild que es conveniente emitir en principio una verdad “alegre” (me gusta o me divierte estar contigo) para luego revelarle cuáles son los sentimientos desapacibles que esa persona despierta.
Después, hay que pasar a preguntarle sobre sus compromisos para ayudarla a que se de cuenta que pasar el tiempo con uno, no es una actividad más de su lista de tareas u obligaciones.
Cómo actuar en las reuniones de consorcio
No es para nada denigrante pedir ayuda a los vecinos si postergan el abordaje de un tema que uno considera prioritario.
Tomar la palabra no es un planteo de “yo versus ellos”. En cambio,
es preferible detallarles porqué la omisión de una temática sería una equivocación, y posteriormente invitarlos a que digan si se hallan predispuestos a colaborar en su resolución, o bien que fundamenten su oposición.
Lo bueno es decir: este asunto me importa mucho, si no es factible tratarlo ahora, respóndanme cuándo les parece apropiado encararlo, “dado que estoy convencido que reviste suma importancia”.
Pero nunca hablar mucho porque se pierde audiencia.
Ponerse siempre en el lugar de los otros
Con el fin de confrontar los problemas, la terapeuta fija la siguiente pauta: intentar ubicarse en el lugar de los otros.
Salir en defensa de las propias ideas no creará tensión ni perjudicará las relaciones, en la medida en que se dice lo que a uno le gustaría que los otros digan de uno mismo.
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