Se ha constatado que los adultos mayores –aún con bajos ingresos- que residen en vecindarios con mayor seguridad y menos segregación social y familiar, reúnen menos posibilidades de enfermarse de cáncer que quienes viven en barrios donde predomina la segregación.
Esta conclusión corresponde a un nuevo estudio de la Universidad de Michigan; el contenido del trabajo se publicó en la revista American Journal of Public Health, donde se especifican datos relevantes.
Es la primera investigación que documenta la fuerte asociación entre las características del barrio y las situaciones crónicas sanitarias, al tiempo que destaca el mayor peligro de desarrollo de todo tipo de cáncer en individuos localizados en áreas segregadas.
El estudio fue conducido por Vicki Freedman, una epidemióloga del Instituto de Investigación Social (ISR) de la Universidad de Michigan y sus colegas de la Universidad de Medicina y Odontología de New Jersey.
Las probabilidades de contraer cáncer son un 31 % mayores para los hombres ancianos que viven en este tipo de barrios y se dan en un 25 % en las mujeres.
Por otra parte, se halló un aumento de un 20% de riesgo de problemas cardíacos en ancianas, sin igual impacto en los varones.
Los investigadores asentaron su evaluación con las informaciones aportadas por el Estudio de Salud y Jubilación del ISR, una encuesta longitudinal de una muestra representativa nacional de más de 20.000 personas en EEUU mayores de 50 años de edad, financiada principalmente por el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento, organismo integrante de los Institutos Nacionales de Salud.
Para su análisis, los investigadores detallaron medidas de informes individuales y autogeneradores sobre los antecedentes de salud, aparejados con indicadores múltiples de las condiciones sociales, económicas y físicas de los vecindarios en los cuales vivían los sujetos.
Los espacios barriales influyen en el surgimiento de enfermedades crónicas.
El cáncer y el ambiente señalan probabilidades de existencia de tabaquismo, dieta insuficiente y escaso ejercicio. Se agregan más elementos provocadores de cáncer, acentuados por aspectos desfavorables en los órdenes sociales y económicos de un entorno adverso, traducidos en falta de contención afectiva, un decaimiento socioeconómico y, consecuentemente, más vulnerabilidad.
"La segregación -que hasta impulsa crímenes- hace que crezcan los números de cáncer por más que se practiquen reajustes económicos en individuos y en el vecindario”, afirmó Freedman.
Pese a la abundancia de tóxicos contaminadores del aire, los investigadores dan más crédito al avance del cáncer por segregación radical y la presencia de áreas inseguras, motivos que facilitan, además, la aparición de accidentes fatales.
“Puede involucrarse un mecanismo biológico no específico como la respuesta del padecimiento de estrés, que interrumpe la capacidad del cuerpo para combatir a células cancerosas", distinguió Freedman.